MAMÁ
El 25 de mayo llegó Tánatos, de golpe, sin avisar. Suavemente, como bien sabe hacerlo, te tocó y alejó de mí. Y quisiera decirte tantas cosas bonitas, pero no me salen las palabras, ya ves con lo charlador que soy. Perdóname por ello mamá, pero es que ahora los sentimientos que me llenan el alma han ganado la batalla a todas las resmas de letras, al mejor lenguaje. ¡Qué limitación más horrorosa y sin embargo qué quietud siento a la vez! Que no es guerra cruel, muy al contrario. La paz que me diste al traerme a la vida, la misma que dejaste al decirme adiós. Siempre fui tu “Josín”, el más listo, el más guapo; lo somos para todas. De cualquier bobería que hacía o dijera, te sentías orgullosa, y yo sacaba pecho aun sabiendo que el amor de madre exageraba al ritmo del corazón. El que te falló por última vez cuando te despediste al atardecer. ¡Que dulzura recordar ahora sentir tu mano apretándome la mía! Ya te marchabas sin ruidos ni aspavientos, dejando tu poso de