ADIOS PICHI, HASTA LUEGO.
Te conocí en la mocedad, cada vez que venías de Francia, en la época estival. Me tratabas como un amigo, dándome las ínfulas de hombre que a esas edades tanto se aprecian. Cuando casi lo eres pero te queda mucho. Me paseabas por Oviedo en tu flamante Mercedes con matrícula francesa y como vacilaba yo de primo, de tío o de amigo. Pues que aquí siempre se presumió de lo de afuera y mucho más entonces. Compartías picardías conmigo, que bien me sentía y qué mayor e importante. En las cafeterías y restaurantes te conocían bien, por buen cliente, desprendido; claro que nunca presumiste ni del "grandón" automóvil. En las bellaquerías que bien que congeniábamos y lo que nos reíamos. Bueno, en eso con el tiempo, que me lo debiste contagiar, o ya tenía predisposición. Pasaron los años y aquel mozuelo se fue haciendo mayor, ya con familia, hijos y su trabajo. Presumías tú de primo, sobrino o amigo importante, siempre me ascendías en el escalafón. No lo hacías por sacar pecho,