La Constitución Española fue parida con muchas cabezas, demasiados patanes cabestros y cabezones.
Hoy celebramos el día de la
Constitución. Yo no la celebro, lo siento. Desde sus fallos jurídicos en los
Títulos y Capítulos principales hasta en lo que se ha convertido hoy: una
sindéresis. Y es así porque los artículos de obligado cumplimiento no se
cumplen. Mientras los que están ausentes sí.
Sirva
de entrada, que se cargaron 500 años de heráldica, no se atrevieron a poner en
ella el Escudo que por Historia nos corresponde. El del Águila de San Juan,
desde los Reyes Católicos. Sin embargo corría tanta prisa terminarla que el
primer ejemplar de la Carta Magna llevaba aquel Escudo y firmaron al lado de él
todos los “paters patriae”. Desde la izquierda más extrema y bazofia hasta la
Derecha más torpe y patriotera. Había un apetitoso pastel muy grande para comer
y se hacía necesario dar ya cuenta de él. Una Nación nunca debe renunciar a su
Historia, que forma parte de ella. Así lo hicieron, así lo consentimos, que
decir lo contrario era de “fachas” y era menester ser modernos. Y luego “imponen”
por Ley Orgánica de 1981 un Escudo erróneo, con el escusón de la nobleza
borbónica francesa, no española. Es que el del Águila era de Franco, grumete
por entonces de Cristóbal Colón a lo más seguro y de morir casi a tantos años
como Matusalén. Se quedan tan contentos de la obra bien hecha. Animales de
bellota les llamo yo. Sí, porque me da la gana y que lo único que Franco cambió
en el glorioso e histórico Escudo Nacional fueron tan solo dos cosas: una la
leyenda que puso Ledesma Ramos de “Una, Grande y Libre”. Y así la quiero yo, va
en gustos. Lo otro fue cambiar el sentido de la punta de las flechas y nada
más. Somos de excelso modernismo y tanto
lo conseguimos y de manera preciosista que hoy nos damos por el culo y lo
llamamos matrimonio. Para las de Lesbos vale igualmente. Mejor dicho, lo dieron
en llamar matrimonio, a pesar de que la propia Constitución señala que el
Derecho es entre un hombre y una mujer. Eso sin entrar en la parte sacramental.
Un poco de imaginación y no cargarse el “Ius Connubium”, pues sobran nombres a
elegir para unir a personas de un mismo sexo. Esto es convertir creencias en
vulgares credulidades. O algo peor.
El
Título Preliminar un asunto mayor: lleno de contradicciones. Dice inocentemente
que los Poderes del Estado Español emanan del Pueblo. Será que votamos cada 4
años, porque yo no me veo emanar nada. Más bien voy “priostando” y “calvariando”
por el suelo patrio.
La
forma política dice que es la Monarquía Parlamentaria: esto no es una forma de
Estado, sino una forma de Gobierno, máxime cuando según la Constitución, la
soberanía no reside en el Monarca, sino en el Pueblo.
En
el artículo 2 sobra y “requetesobra” el término “nacionalidades”, bastaba con
regiones. Nación solo existe una: España. He aquí una puerta para espurios
intereses de nacionalistas.
Pero
el artículo 3 es pistonudo, comienza diciendo que el Castellano es la lengua
oficial del Estado, no de lo que erróneamente se trujo como “estado de las
autonomías”. Y continúa señalando la obligación de todos los españoles de
conocerlo y el Derecho a usarlo. ¿Por qué no se cumple? Y diría más ¿por qué no
se hace cumplir con el peso de la Constitución? Ni hace falta diga dónde.
Señala
asimismo la obligación de que los partidos políticos tengan democracia interna.
¿La tiene alguno? No y no. Siguen siendo “fulanistas” al estilo que dijera
Unamuno. No importa ya tanto el partido como el líder del momento. Se venden y
se compran entre ellos y fuera de ellos también.
Las
Cortes Españolas representan al Pueblo Español, se puede leer en el Título III,
formadas por el Congreso y por el Senado. ¿A qué dos Cámaras si con una es
suficiente? Además todos sabemos para qué sirve el Senado Español: para nada. O
para aumentar el pesebre y encima ahora hay que pagarles los traductores. ¡De
locos vamos! ¿No habíamos quedado en que representan al Pueblo Español?
¿Entonces necesitamos traducirnos a quienes estamos obligados a conocer el
castellano? ¡Qué listo eras Sancho Panza!
De
la División de Poderes ¿qué decir? Sí que están divididos, pero no en el
sentido principal, divididos entre los divisores. Se los repartieron entre la “casta”,
es decir entre los “Castrones”. Encontrar hoy a un Juez independiente “parecesme”
ya hasta difícil. Aunque haberlos “haylos”. ¿Qué es esa cantinela de Jueces
para la democracia o jueces conservadores? Los primeros parecen un anuncio de
no sé qué y los segundos una lata de sardinas. Por lo de la conserva claro. Que
conserven el alto honor de impartir y servir a la Justicia y se dejen de
meterse donde nadie les llama. Mientras si un militar le da por decir algo,
aunque sea conforme a la Constitución, le tiran a degüello. Los de la Casta, si
esos “Castrones”.
Recordemos
que en la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 ya
quedó bien claro que “no podrá constituirse ninguna sociedad en que no estén
garantizados los derechos y determinada la separación de poderes. Aquí no es
así: más que determinada es determinante. Y nos luce bien el pelo, ya lo vemos.
Y
saltándome Títulos y Capítulos, soslayando el del Tribunal Constitucional, que
cada día más se parece a un gabinete político, me paro brevemente en el Título
VIII. Aquí se abrió la puerta, las ventanas y hasta la cama hecha. Como un
traje de caucho que pudiera vestirlo cualquiera. Vale para todo, tanto que no
vale nada. Hay ciertas competencias que no pueden quedar ni un minuto en manos
de una Comunidad Autónoma: Justicia, Educación, Sanidad son ejemplos válidos. Y
eso de que los nacionalistas se puedan presentar a las Elecciones Generales
otra nesciencia, no pasa ni en Francia, Alemania u otras democracias de grado
superior a esta que es un muladar apestado de gorrinos y cabrones corruptos. ¡Qué
abra la boca un nacionalista separatista en Alemania a ver qué le pasa! Y si
representan al pueblo español, que hacen presentándose por una región y sólo
para esa región. Otra más y ya van unas cuantas.
Y
ahora que vemos que los mandatos constitucionales no se acatan, si abrimos un
ojo observamos que otros no incluidos en la Constitución sí que se cumplen, se “recumplen”
y “pluscuamperfectan”. Me refiero a las subvenciones a los partidos políticos,
sindicatos y empresarios. ¿Cuál es el motivo, la razón y el fundamento? Bueno,
motivos y motivados puede haberlos, razones y fundamentos ninguna.
Por
esto y por muchas cosas más, hoy por mi parte celebraría que se muera esta Constitución
y se elabore una nueva, sin tantos artículos y con todo más transparente y
diáfano. Que repasen un poco la de 1.812, sobre todo su espíritu.
Y
a pesar de las críticas al uso de lo hodierno, debajo de esta nota pongo el
Escudo al que yo personalmente no renuncio. Es nuestra Historia. La de la
Nación más antigua de Europa, la mía y la vuestra, la de todos.
Y
por supuesto que el nombre de España brille en ella cual cucuyo en la
oscuridad. Así que ¡Viva España!
Beatus
ille.
José
Cuevas,
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