LA EUTANASIA VISTA DESDE LA MONTAÑA MÁGICA.






DILEMAS.

            El concepto de eutanasia, tal y como lo conocemos hoy en día, es muy complejo, atravesado por ideas generales concentradas: vida, muerte, cultura, naturaleza, delito, etc.
            El término eutanasia que procede del griego, (seguramente construido por los romanos), significa buena muerte, muerte tranquila, muerte dulce. La primera dificultad con que nos encontramos está precisamente en la composición del término, lo mismo que el término televisión, que es redundante. Visión es siempre ver de lejos. La televisión no añade nada a la visión.

            El primer dilema en el término eutanasia, es el concepto muerte. Si la entendemos como algo malo, concepto más radical según la tradición cristiana, que nos llevaría hasta el pecado de Adán y a la muerte como castigo. Desde esta perspectiva entonces si la muerte es el mal, la eutanasia es algo contradictorio, es como un círculo cuadrado. Por mucho que lo adornemos, no tiene sentido ya que la muerte siempre será mala.

            Supongamos por el contrario que la muerte es buena, (recordemos a Lope de Vega y Cervantes) “Ven muerte tan escondida, que no te sienta venir, porque el placer de morir no me torne a la vida”. Aquí, por tanto la muerte es buena porque la vida es un mal, nos libra de la vida. Podemos recordar a Gesipo el abogado de la muerte e incluso a Arthur Schopenhauer en su obra “El mundo como voluntad y representación” donde aparece la vida como si fuera un velo de maya que oscurece la realidad y en donde la muerte no es un mal, sino un bien. Por tanto, la conclusión también aquí en este segundo supuesto, es una redundancia, porque la muerte siempre es buena.

          Resumen de estos dos dilemas: si la muerte es mala siempre, entonces es un círculo cuadrado y si la muerte es buena, es una redundancia. Por tanto estamos hablando de nada.

METODOLOGÍA DE LA MUERTE.

            Aquí ya no se tratará de si la muerte es buena o es mala, sino el trance de morir, y entonces la eutanasia sería un proceso de morir. ¿Qué queremos decir con atacar o defender la eutanasia? Para ello se hace preciso acudir al concepto de bondad, lo bueno y al concepto de muerte. El concepto de bueno es multívoco, tiene muchas acepciones. Puede existir una bondad de carácter ético, de carácter moral, de carácter jurídico o político, (es decir lo que se ajusta a la ley y al derecho). Entonces dado que las bondades pueden ser distintas, lo que es bueno para un sitio, puede ser malo en otro. Incluso se puede llegar a confundir la bondad con la estética, con la belleza. Así, la primera eutanasia la podemos encontrar en Augusto, según nos narró Gayo Suetonio. Estando ya muy demacrado y próximo a morir, reúne a sus amigos y les dice: “os ruego que si he cumplido bien la tarea de mi vida, me aplaudáis”. Le aplaudieron y él se tapó con el manto y se murió. Es por tanto una buena muerte, aunque realmente sea una especie de muerte teatral. Concluiríamos desde este punto de vista que llevó una buena muerte debido a haber llevado una buena vida. Si hubiera llevado una vida miserable, no sería aplaudido, ni siquiera tendría amigos que le aplaudieran, moriría en soledad que no deja de ser en esos momentos un sufrimiento añadido.

            Lo que importa es por ende, el trance de morir: que no haya sufrimiento. Una buena muerte se está refiriendo claramente al momento de morir. Por tanto hay que afinar en qué significa lo bueno en cada momento. Así coloquialmente hablamos de morir con honra, una muerte digna se suele decir, concepto este que es el más utilizado por los políticos y favorables a la eutanasia. Y esto es pura retórica ¿digna para quién? Hay una frase castellana muy clásica que dice “murió con tanta dignidad como D. Rodrigo en la horca”. Se refiere a D. Rodrigo Calderón (otra muerte teatral). Había por entonces en el Código Penal tres clases de muerte: el garrote vil, el ordinario y el noble. En el garrote vil se llevaba al criminal arrastrándolo y se procedía a su ejecución. En el ordinario iba en un burro y en noble el criminal iba a caballo y rodeado de séquito y él mismo, subido al tablado daba la orden al verdugo: “ejercitad vuestro oficio”, le dijo D. Rodrigo al verdugo.

            Vemos de forma clara y meridiana que el concepto de dignidad es ambiguo y nos vendrá mejor prescindir de él. Lo que se confunde y nos confunde es que la dignidad, realmente es para quien presencia la muerte y contempla sufrimientos, degradaciones, retorcimientos que no quiere ver. El moriturus prácticamente ni se entera. Así hemos de concluir que el concepto de dignidad es eminentemente social, no individual, referido claro está a la eutanasia, tanto en el proceso de morir como en el sentido moral que está en la biografía del propio moriturus. La dignidad individual tan solo la conocería la persona que va a morir o se está muriendo.

¿QUÉ ES LA MUERTE?

            Aquí se ha de valorar y tener en cuenta dos posiciones distintas: la concepción atomista y la concepción tradicional o cartesiana.

            Para la concepción atomista la muerte es la separación del alma y el cuerpo. Es la tradicional cristiana. El alma al marcharse del cuerpo, hace que el cuerpo muera.

            Para la concepción o tradición cartesiana, (Gómez Pereira, Descartes, etc.), el hombre es una máquina, y el alma espiritual actúa en otro plano y la muerte no se produce porque el alma se marche del cuerpo, sino que el alma se marcha del cuerpo por que el cuerpo ha muerto. Un ejemplo más que coloquial, sería cuando tenemos un traje y se ha desgastado tanto por el uso, que lo tiramos a la basura.

            Lo que muere realmente es el cuerpo ya que el alma es inmortal, por tanto la muerte es solo una apariencia. Siendo estoico y aconsejando el suicidio de los decrépitos y enfermos, es más que curiosa la frase de Séneca: “la muerte es un nuevo natalicio”.

            La idea de la muerte nos obliga a plantearnos todo en relación con la eutanasia. Aquí hay dos perspectivas: la espiritualista y la materialista. Nuevos estudios y teorías de hace poco más de una década en Francia, biólogos entienden que la muerte lo es de los organismos pluricelulares. Los organismos unicelulares no morirán, pues una bacteria se dividirá siempre de forma indefinida y, no muere nunca. También cabe la distinción entre el “soma” y el “seme”. El soma es lo que muere y el seme lo que subsiste.

DOS ENFOQUES.

            Debemos de acudir a hora a dos nuevos enfoques que devienen necesarios: el orgánico y el de la persona.

            Desde el enfoque orgánico, se justifica la muerte precisamente para mantener el equilibrio de las especies. Es una necesidad del equilibrio de la naturaleza. Aunque hay otra teoría que sostiene que la muerte es un proceso programado en el propio patrimonio genético. Una interpretación de carácter sociológico como apuntaría Jacobs, sería que la muerte es una especie de necesidad biológica para que la evolución pueda realmente producirse, pues si no hubiera muerte, como pasa con los organismos unicelulares, (bacterias por ejemplo, que se conservan igual que hace 40 millones de años). No evolucionan por tanto y nosotros tampoco evolucionaríamos.

            Desde el enfoque de la persona, debemos distinguir entre muerte y fallecimiento. Distinción esta muy importante. Desde el punto de vista positivo la muerte es la transformación de un organismo vivo en un cadáver. Aquí lo que nos cuesta y se hace difícil es determinar cuándo es un cadáver, ya que muchas células del organismo siguen vivas y funcionando. Por el contrario, desde el punto de vista legal, es un proceso instantáneo. Frecuente es oír noticias de un informativo señalando que por orden del Juez de procedió al levantamiento del cadáver.

            El fallecimiento es distinto porque se refiere al fallecimiento de la persona y no existe ni hay un cadáver de persona, sino un cadáver de organismo. Por tanto no sabemos lo que es la muerte en relación con la buena muerte, ni sabemos lo que es bueno en relación con la muerte. ¿Cómo debemos proceder ahora? Pues de nuevo a caminar y acudir a otras perspectivas: ética, moral, jurídica o política.

            La primera distinción que debemos hacer es entre eutanasia sobrevenida y eutanasia operada.

            La eutanasia sobrevenida es la que está vinculada a una muerte sobrevenida. Por ejemplo la de un viejo muy enfermo durmiendo e inconsciente en la cama, muere acompañado y atendido. Es una eutanasia sobrevenida, es ley de vida, solemos decir muchas veces. Pero incluso cuando la muerte es violenta, como un tiro en la nuca a modo de ejemplo, también decimos con frecuencia “por lo menos no sufrió”.

            La eutanasia operada, se la inventó el Canciller Francis Bacón, allá por los años 1561 a 1626. Este decía que los médicos debían preocuparse de que la muerte de los hombres se hiciese un poco más agradable, más dulce, eutanásica. Ya nos estamos refiriendo por tanto a la metodología, al trance de morir. Pero Bacon nunca sugirió una eutanasia activa. La distinción entre eutanasia activa y pasiva es una hipocresía que implica una relación entre lo natural y lo cultural. Es lícito tirar bombas a la extinguida Yugoslavia, pero no para matar, si hay muertos son daños colaterales. En la eutanasia activa se ponen los medios, (distinción fácil del suicidio asistido). En la eutanasia pasiva, es como cuando uno ve caer a otro en un acantilado y no hace nada, se queda cruzado de brazos, no le ayuda, no le tira un flotador. Se parece al delito de omisión del deber de socorro. Esto nos vuelva a conducir a dos nuevas eutanasias: la eutanasia primaria y la eutanasia secundaria.

            La eutanasia primaria va dirigida a ayudar a morir rápidamente al moriturus. Inyectándole los medicamentos oportunos letales, por ejemplo.

            La eutanasia secundaria no va destinada a aliviar al moriturus, sino a su muerte, a quitarle la vida, aunque pueda vivir muchos años más. Es conocido el caso de Ramón Sampedro, que se llevó al cine en película laureada por quienes “dícense” progresistas. Esto es asesinato claramente.

            Ocurrió que Ramón Sampedro cambió de amigos por otros “más intelectuales” que tanto se apiadaron de él, que le convencieron prácticamente para la muerte. Recuerda esto irónicamente la obra de Jardiel Poncela: “Arsénico por compasión”. El deseo de morir de Sampedro, creo que fue en gran parte sugerido por la compasión de los nuevos amigos intelectuales, que luego firmaron un famoso manifiesto y que D. Gustavo Bueno se negó rotundamente a firmar.

DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LA ÉTICA.

            Éticamente, de ninguna manera se puede aceptar la eutanasia. Hoy en día la medicina tiene suficientes recursos para evitar los sufrimientos. Éticamente es totalmente condenable y proscrita. La generosidad como fortaleza que se dirige hacia los demás, no consiste en “arsénico por compasión”. Desde esta ética es y no deja de ser un asesinato totalmente inaceptable. A ver si resulta que los mayores, ancianos, vamos a ser una especie de paidófagos, que metafóricamente comemos a los niños. Pues si ocupamos entre tres ancianos un banco, los chavales no se pueden sentar, si un trabajo, tampoco pues lo tenemos nosotros. Entonces hay que matarnos para beneficio social y ese mal llamado estado del bienestar. De paso también se ahorran nuestras pensiones y gastos hospitalarios y médicos. El paquete completo. No estamos muy lejos de volvernos salvajes del todo e involucionar a cada día más.


DESDE EL PUNTO DE VISTA MORAL.

            La hay muchas sociedades primitivas, en América por ejemplo existe la figura del “despenador”, que es una especie de chamán, hechicero o simplemente hábil, que ante un viejo con sufrimientos, de un eficaz meneo de sus cervicales lo mata para quitarle la pena.

            En la Inquisición la pena más dura y horrible era la muerte en la hoguera, pero si el reo se convertía antes, se le conmutaba la pena, por el garrote, la horca. Era eutanásica por tanto y moralmente aceptada.

            En la literatura china, el anciano decrépito y que ya no puede ser atendido, los familiares hacen un ritual en el que se disfrazan con máscaras que le producen tal terror que el anciano muere.

DESDE EL PUNTO DE VISTA JURÍDICO O POLÍTICO.

            Aquí entraríamos en la denominada eutanasia procesal: la pena de muerte, en una palabra. La pena de muerte, (EEUU por ejemplo), procura ser eutanásica, la supresión del hacha, del garrote, de la horca por la silla eléctrica o la inyección letal. Según vemos tienen una intención eutanásica al aliviar el dolor y sufrimiento del condenado. Tenemos la tradición muy española de la última voluntad: un banquete por ejemplo o bien un consuelo espiritual.
            Nos debemos de preguntar ¿hasta qué punto esta eutanasia legal o procesal tiene sentido o es necesaria? Esto nos llevaría a otro capítulo muy amplio. Pero lo que no se entiende muy bien, es que quienes admiten la eutanasia individual u ordinaria, se oponen a la eutanasia legal o procesal En la eutanasia ordinaria o individual, la muerte está impuesta para un decrépito. Pero, ¿es menos decrépito un criminal monstruoso?


Fuente de este escrito: La eutanasia, por D. Gustavo Bueno (Q.E.D). Conferencia en la montaña mágica, sentado en una silla y con las montañas de Asturias detrás suyo.







En tu honor, Maestro

Beatus Ille,












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