SONARON GRITOS Y GOLPES A LA PUERTA
Ahora mismo, acabo de terminar una obra de Pío Moa: "Sonaron gritos y golpes a la puerta". Nunca había leído a este autor. Sinceramente la empecé con desgana tras ver lo brusco de su introito sumario y desbocado en sucesos. A medida que iba pasando páginas hizo nacer mi amistad hacia Paco y Berto, como si yo mismo fuera una prolongación de ellos.
Realmente soy el menos indicado para emitir juicios u opiniones ante escritores de la talla de D. Pio Moa, o de cualquier otro de ahora o de siempre. El arte también nos llena de sensaciones y esas son las que quiero transmitir tras su lectura. Destaco que con una increíble facilidad el autor me lleva a vivir todas las dichas y desdichas de los protagonistas, especialmente de Berto como si fuera junto a él, a su mismo lado, sufriendo por momentos y alegrándome en otros. Esquivando las balas y las traiciones. Superando los odios.
¿Es realmente una novela?. Para mí no; es bastante más que una narración de aventuras, de buenos y de malos, de ficción al gusto para deleite, de intrigas odios y sangre, crueldades, de encadenar hechos sin posicionamientos apodícticos.
Siempre he dicho que un buen libro es el que te hace pensar y que pensar es como vivir más de dos veces. Con esta obra se han superado mis expectativas de vida, ya que en ella misma está la propia esencia del ser humano, también la mía, un poco la de todos. Es un torbellino de filosofía también, una búsqueda constante de algo que se desarrolla a lo largo de toda la obra. Es un desafío vivaracho a sistemas y etiquetas hodiernas, va muy por encima de todo eso. No busca lo correcto en ella, sino el razonamiento y la verdad esquivando la absoluta, haciendo al lector partícipe y protagonista de sus propios pensamientos. No indica un camino, señala posibilidades de sendas.
Estoy convencido que Berto es el propio autor, o que habla por boca de aquél y vive en él mismo. De ahí tantas reflexiones y preguntas, pues solo desde las dudas se puede avanzar.
A su vez está repleta de anécdotas, de datos y de historia misma. Desde los clásicos griegos que vienen a darle la bienvenida asomándose en alguna ocasión a ella, hasta los autores y pensadores más recientes o contemporáneos. Y conviven entre sí pacíficamente, mientras el frío en el frente de Rusia parece calarte el alma también.
Esta obra tiene en sí misma el don de la ubicuidad, mucha realidad y ficción en su regazo. Sobre todo no te obliga a odiar al otro bando en contienda. Une más a España desde las diferencias, también con la humanidad y la comprensión de ideas opuestas. Todos somos un poco todos y juntos uno.
Me he sentido apenado y triste tras la muerte de algunos de los protagonistas que iban quedando por el camino. Pero consigue que sigan vivos, de alguna manera hasta el Epílogo He visto odio, pero también mucho amor, en situaciones fáciles y difíciles. De un arma mortífera me queda la canción al viento de la muchacha enamorada al bajar al río por la mañana: la Katiusha.
Realmente me sentí un poco D. Augusto Pérez ante el Maestro Unamuno, no para exigirle ni discutirle nada sino para agradecerle el placer inesperado de la lectura de su obra.
Beatus ille,
José Cuevas.
Realmente soy el menos indicado para emitir juicios u opiniones ante escritores de la talla de D. Pio Moa, o de cualquier otro de ahora o de siempre. El arte también nos llena de sensaciones y esas son las que quiero transmitir tras su lectura. Destaco que con una increíble facilidad el autor me lleva a vivir todas las dichas y desdichas de los protagonistas, especialmente de Berto como si fuera junto a él, a su mismo lado, sufriendo por momentos y alegrándome en otros. Esquivando las balas y las traiciones. Superando los odios.
¿Es realmente una novela?. Para mí no; es bastante más que una narración de aventuras, de buenos y de malos, de ficción al gusto para deleite, de intrigas odios y sangre, crueldades, de encadenar hechos sin posicionamientos apodícticos.
Siempre he dicho que un buen libro es el que te hace pensar y que pensar es como vivir más de dos veces. Con esta obra se han superado mis expectativas de vida, ya que en ella misma está la propia esencia del ser humano, también la mía, un poco la de todos. Es un torbellino de filosofía también, una búsqueda constante de algo que se desarrolla a lo largo de toda la obra. Es un desafío vivaracho a sistemas y etiquetas hodiernas, va muy por encima de todo eso. No busca lo correcto en ella, sino el razonamiento y la verdad esquivando la absoluta, haciendo al lector partícipe y protagonista de sus propios pensamientos. No indica un camino, señala posibilidades de sendas.
Estoy convencido que Berto es el propio autor, o que habla por boca de aquél y vive en él mismo. De ahí tantas reflexiones y preguntas, pues solo desde las dudas se puede avanzar.
A su vez está repleta de anécdotas, de datos y de historia misma. Desde los clásicos griegos que vienen a darle la bienvenida asomándose en alguna ocasión a ella, hasta los autores y pensadores más recientes o contemporáneos. Y conviven entre sí pacíficamente, mientras el frío en el frente de Rusia parece calarte el alma también.
Esta obra tiene en sí misma el don de la ubicuidad, mucha realidad y ficción en su regazo. Sobre todo no te obliga a odiar al otro bando en contienda. Une más a España desde las diferencias, también con la humanidad y la comprensión de ideas opuestas. Todos somos un poco todos y juntos uno.
Me he sentido apenado y triste tras la muerte de algunos de los protagonistas que iban quedando por el camino. Pero consigue que sigan vivos, de alguna manera hasta el Epílogo He visto odio, pero también mucho amor, en situaciones fáciles y difíciles. De un arma mortífera me queda la canción al viento de la muchacha enamorada al bajar al río por la mañana: la Katiusha.
Realmente me sentí un poco D. Augusto Pérez ante el Maestro Unamuno, no para exigirle ni discutirle nada sino para agradecerle el placer inesperado de la lectura de su obra.
Beatus ille,
José Cuevas.
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