EL CABO PATRICIO, MI COMPAÑERO, MI AMIGO.

         Hoy te fuiste de golpe Patricio, sí, caminando al otro lado pero te quedas. Subiste a ese tren que todos tenemos el billete regalado nada más asomar la cabeza a este mundo, quizás por eso lo primero que hacemos es pegar berridos. Y si digo que te quedas es que aquí en mi pecho, en mis entrañas reposarás por siempre. 

         Llegaste hace unos 20 años, enseguida congeniamos, vivimos aventuras y servicios juntos sin contar el color del uniforme, también nos corrimos nuestras juergas, claro que sí. Tenías tanto genio a veces como de humanidad siempre. Nunca te importó la hora. Ahí estabas tú para lo que fuera. Sobre todo ayudar a los demás, sin mirar su color, afiliación, estado o importancia social. Recuerdo que una vez pasadas las dos de la madrugada, corriste a mi casa con medicinas que yo no podía haber traído. Un susto de vértigo en mis oídos. ─Gracias Patricio─ te dije. ─Pareces tonto, estaría bueno, para lo que quieras, faltaría más─ me contestaste. Nunca fallaste a nadie, lo podías hacer mejor o peor, pero lo hacías. Noches sin dormir, doblar servicios, aparentar entre la gente que estábamos en perfecta disposición y dispuestos. Tenías tanta vitalidad dentro que hiciste tu energía mía, la regalabas. Te recuerdo con esa mirada noble, con ese gesto serio y que de repente se convertía en una sonrisa y se volvía serio de golpe. Me hacías reír mientras te mesabas esa barba que siempre fue contigo. Me hacías un guiño. ¡Viva la Guardia Civil!. Con una mirada nos entendimos en los momentos difíciles. Ahora lo mismo, desde el sitio que estemos. Y te veo sonreir, mirarme.

        Regalaste tu vida, entre todos los que te conocimos esparciste bien hasta el último trozo por cualquier sitio esas hilazas invisibles que nos unen; no pedías nada a cambio. Te daban las gracias por las cosas buenas que hiciste y sólo te encogías de hombros, no sacabas pecho. ¡Vamos a tomar un vino!, o el zumo de guindas como le llamabas a ese anís. Llegado el día de las “alabanzas” todos somos buenos, no necesitas de este momento Patricio, ya lo fuiste antes, mucho tiempo, en tu tiempo aquí. Hace apenas nada, me viste pasar y me llamaste para tomar un café. Te dije que andaba apurado, que lo dejábamos pendiente. Así queda. Me esperas ¿vale? Como siempre gruñoncete, como siempre.




José Cuevas

Comentarios

Entradas populares de este blog

MEMORIA EN SU MEMORIA. (I)

EL IUS, LA AEQUITAS, LA IUSTITIA, IDEAS Y CONCEPTOS QUE SE VAN PERDIENDO. A “PEPIÑO” BLANCO LO VAMOS ENCONTRANDO. ¡VAYA POR DIOS!