Sobre los 19 años, estando yo en tercero de Derecho, me gustaba asistir a conferencias de D. Gustavo Bueno. A la primera que acudí fue en el CAU de Oviedo. Recuerdo que al finalizar le pregunté algo sobre las ideas de Wittgenstein, que lo pronuncié com o guisky o Winston. Pues recibí una bronca y una lección: antes de contestarme me inquirió como buen pesquisidor de todo el conocimiento, ¿por qué lo pronuncia Vd. anglosajonizado? Realmente tenía razón. Luego aprendí términos que supo definir con precisión, "simploké", nematológico, las tres capas de una democracia, destruir mitos y boberías, etc. Una mente tan lúcida como humilde. En una de las últimas conferencias que asistí sobre el materialismo de Unamuno, expuesta magistralmente por D. Pedro Insua Rodríguez , amigo común a la sazón y que al igual que el Maestro Bueno, deja jirones de su piel en lo que enseña, le acompañé hasta la entrada de su piso en Oviedo y le puse al teléfono con Amando de Miguel. Ambos se conocían
El ius. Aunque no es pacífica la cuestión etimológica del origen “ius”, normalmente lo hacemos corresponder con la latina, igual a Derecho. Era empleado por los romanos para destinar tanto el ius civile, ius gentium, ius Romanum o Romanorum (Derecho objetivo) cuanto ius utendi, ius fruendi, ius vendendi, ius distrahendi , (Derecho subjetivo). Según Juvencio Celso, autor de unos Digesta, el “ius” es el arte de lo bueno y de lo justo, “ars boni et aequi”. Tenían aquellos muy en cuenta el llamado “mos maiorum: las tradiciones de los antepasados en todo lo relativo a lo justo. Esto sirvió de caldo de cultivo y de base a la organización familiar. Es el principio supremo determinación del modo de ser o funcionar de una comunidad social, tanto en su conjunto como en sus elementos singulares. También se puede entender como situación, poder, facultad de un individuo o de un ente. Contribuye el “ius” a significar, en ciertas frases o expresiones, “la determinación concreta de un acont
Félix Schlayer: Retlingen (Alemania) 1873, Madrid. Ingeniero, establecido en España desde 1895 y domiciliado en Torrelodones (Madrid), ocupa en 1936, a los 63 años de edad, el puesto de Cónsul de Noruega, País con el que había establecido, como empresario de maquinaria agrícola, intensas relaciones comerciales. Al encontrarse fuera de España el embajador de Noruega, el 18 de julio de 1936 se pone al frente de la legación de dicho País, cargo desde el cual salvó la vida de los más de mil refugiados acogidos en dicha embajada. En noviembre de 1936, descubrió y dio testimonio de la matanza, en Paracuellos de Jarama, de más de cuatro mil presos preventivos extraídos de las cárceles de Madrid. Habiendo regresado a España al finalizar la guerra, siguió viviendo en nuestro país, donde falleció en fecha desconocida, hallándose enterrado en el cementerio civil de Madrid. Intentaré resumir como buenamente pueda, todo lo vivido en primera persona por esta gran hombre, demasiado olvidado, qu
Comentarios
Publicar un comentario