LOS DISFRACES DE LA TRAICIÓN
De nuevo con la lectura de la novela "Los Disfraces de la Traición", de Olga Rico, me ha transportado a un mundo de intriga, sentimientos, sensualidad, dramatismo, la vida misma más un sinfín de situaciones encadenadas que impiden, como decía el Doctor Herrero Montoto en la presentación, que el avión pueda aterrizar hasta que el pasaje termine la novela.
Y así es, cuando la estás leyendo eres un poco cada uno de sus personajes. Ora Sara, ora Omar, Ernesto o Víctor, por decir alguno. Esa es la virtud tan maravillosa que tiene Olga escribiendo: te toca todo tu interior en cada letra. Vives y la vives, te implicas y quieres hasta participar en el desarrollo de los acontecimientos. Siempre inesperados, de sorpresa en sorpresa y a la vez tan humanos. Es muy difícil conseguir esto pero Olga Rico lo hace y, además con un lenguaje fresco y rápido, combinando los tiempos cuando estos lo merecen o yendo al precipicio de golpe.
Admiro así mismo su valentía al dejar en la novela un grito a la hipocresía y retorcimientos de las grandes multinacionales sin escrúpulos y lo poco que para ellas cuenta una vida humana con tal de conseguir dinero y más dinero. ¡Auri sacra fames! (¡maldita sed de oro!).
Espero desde ahora la próxima, guárdame un sitio en el banco del parque mientras vemos caer las hojas del árbol para comenzar las nuevas aventuras.
Beatus ille...
José Cuevas,
Y así es, cuando la estás leyendo eres un poco cada uno de sus personajes. Ora Sara, ora Omar, Ernesto o Víctor, por decir alguno. Esa es la virtud tan maravillosa que tiene Olga escribiendo: te toca todo tu interior en cada letra. Vives y la vives, te implicas y quieres hasta participar en el desarrollo de los acontecimientos. Siempre inesperados, de sorpresa en sorpresa y a la vez tan humanos. Es muy difícil conseguir esto pero Olga Rico lo hace y, además con un lenguaje fresco y rápido, combinando los tiempos cuando estos lo merecen o yendo al precipicio de golpe.
Admiro así mismo su valentía al dejar en la novela un grito a la hipocresía y retorcimientos de las grandes multinacionales sin escrúpulos y lo poco que para ellas cuenta una vida humana con tal de conseguir dinero y más dinero. ¡Auri sacra fames! (¡maldita sed de oro!).
Espero desde ahora la próxima, guárdame un sitio en el banco del parque mientras vemos caer las hojas del árbol para comenzar las nuevas aventuras.
Beatus ille...
José Cuevas,
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