PENSANDO Y ESCRIBIENDO EN ALTO. PRIOSTANDO.

           Mi amada España se balancea estrepitosamente en el columpio de la idiotez. Tras la firma de tantos Convenios Internacionales, hemos dado de cal y de arena, por ser diferentes y distintas, no mejores ni peores. Después de la maquiavélica transición engañadora a la que asistí siendo mozalbete, vestida con la idea de la modernidad y el progreso mientras otros se adueñaban de su ropa interior. Desde ahí mismo se hizo una Constitución como traje de caucho que pudiera ser ocupado por cualquiera. Gordos y delgados, altos y bajos. No es que sea de lo peor desde el punto de vista jurídico, pero llevado al práctico por esa raza nueva aparecida entre nosotros, los de la “casta”, o sea, “los castrones”, hemos subido a la luna y su cuerno se metió en nosotros allí donde no brilla el sol y dicen que amargan los pepinos. ¡Ay la Pepa de mis amores, parida en gravedad tan rápida y con qué “buenismo”!
            Me asiste el derecho a pensar y a escribirlo, de momento aún es gratis. Y sigo en ello. Supe de un llamado “golpe de estado” conocido como el 23 F. Todo fue mentira, teatro con actores y marionetas dirigido por buenos guionistas. El caso era salvar una Monarquía tambaleante y una democracia desastrosa que acababa de asomar su enorme cholla deforme y amarillenta, ávida de todo lo material y huera de valores que no de doctrinas. Avaricia, vanidades, dominaciones y potestades en un enorme comedero que no se podía desperdiciar. Recuerdo que muchos de aquéllos actores fueron hombres de honor y cumplieron tal cual lo que se les demandó. Más tarde fueron prendidos y señalados con el dedo por una sociedad manipulada. Con qué gusto salieron al día siguiente a celebrar el triunfo del pueblo. A la cabeza de las rugientes manifestaciones los mismos que luego se encargaron, en su mayoría, de comer de él y lo han comido tan bien que se tiran los huesos repartiéndose las pocas hebras de carne que aún quedan. El almacén ya está lleno y a buen recaudo, ahora da igual ya España y los españoles. Se ha perdido hasta la vergüenza, si es que algún “castrón” tuvo algo de aquella.

            Mientras tanto la deseada “clase media”, el motor de propulsión de una buena economía resulta desaparecida. Mala cosa esta. Todo sea por el progreso nos decían. Y tanto fuimos hacia adelante empujados por la vara inapelable de lo moderno que ahora nos encontramos hasta sin identidad. Enfrente un precipicio y el puente no existe o lo han quitado. Pues resulta que decir ¡Viva España!, tener una bandera española, o simplemente señalar el orgullo de ser español es casi prohibitivo. Eso aquí en la tierra de conejos, y visto lo de fuera resulta que hasta da gusto. En EEUU se les llama patriotas, aquí fascistas o “fachas”. “Originales” que somos, por no decir una “bercería”.

            Se fueron sucediendo votaciones cada cuatro años, en esos meses previos ¡Cuánto amor nos daban los hombres y mujeres de los partidos políticos! “Besaculos”, “besamanos”, “besacaras”, y hasta “besaniños”. Además a tres bandas: Ayuntamientos, Autonomías y Estado. Siempre pensabas que si quien ganaba no lo hacían bien, quedaban otras oportunidades y opciones. Con el paso del tiempo estas se fueron reduciendo tal como resumió Platón en aquella almáciga de corrientes, tendencias, ideologías que pugnan entre sí. Que al final solo queda una ganadora y ahí se terminó la democracia. Un ciclo muy cansino. Pero por llevarle la contraria al de la espalda ancha, aquí se quedaron en dos que son como siameses. Se arañan en público y palmaditas en privado.

            Qué razón tenía D. José Ortega y Gasset! España la Nación más antigua de Europa casi siempre gobernada por los peores. Desde el Rey Visigodo Witiza, pasando por el hipócrita de Fernando VII, con el innombrable de Zapatero nos hemos superado. Felipe González era más hombre de Estado sí, pero de aquéllos que antes de subir arriba tiraban piedras al terrateniente. Ahora él mismo y muchos de la “banda” se trocaron en mucho más de lo que tanto criticaban. Véanse sus fortunas. El de Valladolid simplemente salió con mermadas facultades y de maldad reptadora. Bien es cierto que el coro en su derredor entre “pajines”, “pepiños”, “bibianitas”, también ayudó a contar nubes de algodón mientras llenaban sus arcas y las de sus allegados. ¡Menuda tropa! Una que si el feto no sabía si era un ser humano, la otra que acontecimientos interplanetarios y del “pepiño gasolineras”, mejor me callo. Ya su cara habla por él mismo sin falta de fijarse mucho.

            Anterior a estos ganapanes de cuyo nombre mejor no acordarse, estuvo al timón de esta nave “La Española”, dicharachera, un hombre bajito, de bigote y la raya del pelo a la derecha. José María se llama. Eran épocas de bonanza y de ladrillo, me da que se le fue la mano con tantos y en demasía de hipotecas, que te las ofrecían hasta en el banco del parque. Los créditos personales sólo bastaba con bostezar al lado del banquero de turno. En su virtud que se codeó con los grandes imperios y algo de provecho trajo acá, España parecía por momentos que volvía a tener un asiento de primera en el concierto mundial. Todo un espejismo. Tampoco tuvo precisamente unos Ministros demasiado ministrables. ¡Viva Honduras! Decía en el Salvador Federico Trillo, que te pillo. Beatico de pajas para adentro. Si levantan la cabeza Galdós y Unamuno o Pío Baroja yo creo que se mueren de nuevo, no de enfermedad, sino por tristeza.

            Y es que a todos se les olvidó a Montesquieu, empezando por Guerra, aquél bibliotecario que puso a su hermano en un despacho oficial, así por la cara o por la baba. Eso es puro nepotismo. Malo que nos acostumbraran a tanto y desde la tierna infancia. Y no pasa nada, aquí nunca pasa nada. Hasta que pasa, claro. Llegan las últimas Elecciones Generales “dos presidenciables barbados”. Uno como el Rasputín de los Zares de Rusia. Un monje loco que se les apaña para salir de todas las fechorías. “Gales”, “Faisanes”, “Eres”, etc. Con razón dicen que es el que miente con más sinceridad. El día que apareció con su coche, un Skoda de no más de ocho mil y pico euros (podía haber sido de fabricación nacional, pero los asesores son coros que desafinan), tras 30 años ya en el poder se le había olvidado al parecer que hay que tener coche particular. Luce y te acerca al pueblo soberano. Ese día yo me sentí personalmente insultado, y mucho. Denota y transpira el concepto que tiene de las ovejas votantes. Nada nuevo que el Maestro Ortega no hubiera previsto en la “Rebelión de las Masas”. También Unamuno dio en el clavo con lo del “fulanismo”.

            Y llegaban años antes otras Elecciones en las que todas las papeletas apuntaban a que José María Aznar volvería a ganar sin holgura. Aquí llego a la tragedia más miserable desde que tengo uso de razón. Hacía falta matar a 191 personas y causar más de 1.800 víctimas con tal de hacerse con el poder. Ni la “Banda de la Porra” de Pablo Iglesias llegó a tanto. Recordad que estoy pensando en alto, y que cualquier parecido con la realidad puede ser coincidencia. A Aznar le dijeron que callara, que más le valía o contaban otras cacolalias de sus reuniones con los de la secta Hassan Al Sabbah, versión Vascongadas y alguna que otra cacería. Si uno calla cuando puede y debe de hablar se entiende que consiente. Y así fue, consentimos todo nosotros también, la noche de los “móviles calientes” en periodo de lo que llaman reflexión electoral, caceroladas, manifestaciones “espontáneas” de las que o vas o te empujan a ir. Otra Ley Orgánica fagocitada con tal de salirse con la suya que es la de todos para mejor proveer. Una vez más observamos que las leyes inútiles debilitan a las necesarias.

            ¿Alguien a fecha de hoy se creé aún los de los moritos y el libro del Corán en una furgoneta o lo de los “suicidios de Leganés”? ¿Y la Policía Científica con los trenes o lo que de ellos quedaron escondidos? ¿Por qué no se quiere llegar hasta el final y la verdad? ¡Miserables hijos de puta! No, no es culpa de la Policía sino que el fantasma troceado del Señor de la Brède, también se hizo con la cúpula de parte de Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. Nada nuevo, antes de este paso ya lo tenían patentado, probado con los “Húmedos” del Ejército Español. Cada peón en su sitio y la mano que lo mueve bien dispuesta y preparada. En estos uniformes, azules o caquis, es dónde aún queda algo de honor en España. No lo pongáis en duda.

             Tal como se preveía, salió un Presidente barbado, no era difícil la profecía, pues los dos la tenían. Llegaron las esperanzas de bajadas de impuestos, “irrepeefes”, “ivas” y venías. Prometieron no hablar de la herencia y muladar del cagón de Zapatero, del emporrado que un día dijo que la tierra pertenecía al viento. Ahora se explican lo de aquellos brotes verdes, sigo pensando en alto, que en el acta conste. Prometieron y prometieron y más. Llegan al poder y lo primero que se le ocurre a Marianín el corto, que no por bajo, sino por falta de “testiculina” española es nada más y nada menos que condecorar con el “Collar de la Orden de Isabel la Católica al mastuerzo de Zapatero. A los demás miembros la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III. Premiando comportamientos extraordinarios de carácter civil. Unas buenas gorgueras les ponía, y yo con esta cara de inteligente. ¡Valgame Dios!

                 Otro día sigo, lo prometo, que como acto de flagelación en mi alma, por hoy ya he tenido bastante. Me la gastaron con la Sentencia de la Doctrina Parot dictada extramuros y por mor de los derechos humanos. Las víctimas dejan de ser humanos una vez fallecidas, los padres, madres y hermanos lo mismo, así tal parece. ¡La madre que los parió a todos! Beatus ille.


José Cuevas,









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