EL HOMBRE CONTRA LA MAQUINA. AJEDREZ


Allá por el año 1.997, en Nueva York se celebró el segundo match entre Gary Kasparov y Deep Blue (la máquina). Vaya como delantal que mis tres ajedrecistas favoritos de todos los tiempos fueron Alekhine, Boby Fischer y Kasparov, sin menospreciar ni mucho menos a Capablanca, Petrosian, Arturo Pomar (el pequeño genio español que gracias a las grandes “ayudas” terminó de cartero, pudiendo haber llegado a lo más alto del Mundo con un buen entrenador y algo de apoyo económico), Lasker, Anand, Carlsen, Korchnoi, Spassky Anatoli Karpov, Judit Polgar y un larguísimo etcétera.
Dicho sea de paso, Judit Polgar es la única mujer que conozco que se bate en igualdad con los mejores del Mundo, ella está también encima del cuerno de la luna. De lo mejorcito, vamos. ¿No entiendo por qué a las mujeres se les traba el noble arte? Pero eso sería otra historia y no ésta que hoy vengo a traer.

Como iba diciendo antes de interrumpirme yo mismo, aquél gran duelo entre el hombre y la máquina, Kasparov versus Deep Blue levantó inusitada expectación. Kasparov es capaz de calcular 2 ó 3 jugadas por segundo, la máquina más claro, pero de nada le sirve profundizar si “no comprende” las posiciones. Para los programas como Deep Blue, cada posición es única y nueva. Un programa de ajedrez vale lo que vale su evaluador de posición. Las demás consideraciones son secundarias, aunque se calculen 200 millones de posiciones por segundo.

Si como ya sabemos desde de Groot, los Grandes Maestros no saben con claridad muchas veces por qué eligen unos movimientos u otros. Transmitir eso a una máquina de forma clara es muy difícil. Curiosa anécdota es la debacle de Deep Blue en el Campeonato del Mundo de programas celebrado en Hong – Kong, en la que fue masacrado o masacrada (género según preferencia), por un programa de unas 8.500 ptas. de entonces, debido a una laguna en el libro de aperturas que resulta incomprensible en un programa de 1.000 millones de pesetas. También hizo tablas con W Chess, que sólo costó unas 8.000 ptas.

El Gran Maestro Español Illescas, hizo un pequeño match en Barcelona contra Deep Blue. Cumplió el Ibérico con creces su buen hacer profesional. El “ogro de Bakú”, como conocemos cariñosamente a Gari Kasparov, ofrece tablas, gana o pierde cuando quiere y como quiere contra la máquina de IBM. Escenifica un papel como un auténtico genio y sorprendentemente la gente parece creerle. Los intereses económicos de la multinacional, algo tienen que decir en todo esto, obviamente. El resultado de aquel match fue una sorpresa general, Deep Blue venció a Kasparov por 3,5 – 2,5.

Viendo el desarrollo y desenlace de las partidas, nos lleva a la incredulidad. Kasparov ganó el primer juego, perdió el segundo y el sexto. Terminaron en tablas los tres restantes, después de haber tenido Kasparov posiciones ventajosas en todos, pero sin llegar a rematarlas. No seré yo quien condene a uno de mis ídolos, el conquibus obra maravillas. Todos somos humanos, Gari también, claro.

Como curiosidad diré que en la sexta partida, Kasparov utilizó la defensa Caro – Kann, una de las que él raramente juega y que no se acopla a su creatividad y agresividad combinativa innatas. Cometiendo el primer error en el movimiento 7, en plena apertura y en una posición nada desconocida para él. Error inexplicable, como los demás sucesivos que fue cometiendo e hizo que su posición se derrumbase. No se recuerda que Kasparov haya perdido nunca en menos de 20 jugadas.

La realidad es muy dura pero antes que después, las máquinas superarán al hombre, es algo que hay que aceptar. Hoy aún no es rentable que una máquina pueda haber ganado al Campeón del Mundo (entonces el meritado Kasparov), que ya en el año 1.990 rebasó la mítica barrera de los 2.800 puntos de Elo. El “ogro de Bakú” se cabreó y mucho, llegando a decir que a la máquina la había ayudado un GM y que la retaba a jugar campeonatos, que la destrozaría. Puede que llevara razón Gari. Seguro que sí.

Como recordatorio: en el primer match, celebrado en Philadephia, Kasparov derrotó a Deep Blue por 4 -2, ganando tres partidas y sólo unas tablas. Yo que estoy federado en ajedrez y que mis tiempos de más de 2.000 de Elo ya han pasado y ahora me cuesta llegar a los 1.800, en descargo diré que juego en primera división. Vale como disculpa ¿no? Pues a pesar del “qué dirán”, con mi atrevimiento y falta de ridículo que me prende, os dejo una posición de mi última partida jugada el pasada sábado día 8-10-2.011. La perdí. Pero bella es la combinación que no me atreví a realizar por miedo y falta de confianza en mí mismo. A decir verdad porque también se me “pasó” por alto la potencia del alfil en la diagonal. Estas derrotas duelen. Pero luego se pasa.

El Ajedrez es como la vida misma. El más humilde peón gracias a sus méritos llega a convertirse en la pieza más potente del tablero. La que elija. Porque es así, se debe a ello mi pasión por este arte, que algunos sólo llaman deporte. Cierto es que tras 4 horas de juego, terminas con más fatiga que si hubieras recorrido 20 km andando, lo malo es que también es mental. Como una nube te queda el caletre hasta que recuperas.

¡Cuántas veces durmiendo pegué un salto en la cama, para evitar que me comiera un alfil!


José Cuevas,


Aquí va la posición de mi humilde partida anteriormente aludida. Debí haber jugado Df7+! Rxf7; Cg5+ Rg8; Axd5+ Txd5; Txe8+ Af8; Tfxf8+; Rg7; Tg8+ Rf6; Cxh7+ Rf7; Tgf8+ Rg7; Te7+ Rh6; Cf6 y se acaba todo, ha de comer con la Dama o entra en jaque mate. Ni que decir tiene que las jugadas de las negras, son obligadas.





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