QUISIERA PENSAR QUE ES MENTIRA

Como estamos ya en “campaña electoral” nadie se atreve a decir las cosas claras, que no es rentable. Nos hacen beber vino precioso, pero con moscas dentro. Si acaso dijera contradicciones en el presente, bien se me puede perdonar ser necio en unos instantes, una hora, dos o doce, cuando hay tantos que no lo dejan de ser ni siquiera un minuto en toda su vida. Pues no hay hombre dichoso sin envidia de muchos ni tampoco desdichados que no sean despreciados por todos.

Lo que a continuación voy a escribir, puede o no puede ser. Pero si lo hago es convencimiento mío que más bien será. Digo yo que los voceros políticos ahora enfrascados en busca del voto, lo calculan todo para arrimar más a su partido y a sus intereses. Del diablo Rubalcaba, Alfredo o Sr. Pérez, mejor que ni mentarlo, que puede tener algún virus contagioso: la mentira por bandera y por bandera compulsiva. Y es que no hay más. Sus hechos acontecidos avalan esta mi aseveración. Cuando es capaz de conquistar aún votos, sólo dos o tres razones yo veo. Una los intereses propios de algunos votantes. Dos que la enorme cultura del español medio, hace tragarse paraguas, que luego se abren en el interior y aunque duelan y ni puedan sacarlos, callan lo uno y lo otro. Y tres, que podrían ser muchos más, que aunque caiga el cielo sobre ellos han puesto la “fija” y votan por disciplina espartana, aunque en ello les vaya la vida y las haciendas.

¿Y dónde quedan por tanto los verdaderos intereses, los de toda una Nación Española? Sólo queda la opción de Rajoy. Pero este buen hombre, que por ello le tengo, tampoco comunica la situación de ahora y mucho menos la que vendrá después del temido 20 N. Ya veo en demasiada cercanía nuevos recortes para los funcionarios y los pensionistas. Callemos, pues que ahora eso no se puede ni mentar, que si lo hiciéramos perdemos un montonazo de votantes. Luego una vez en el sillón del rey, el chorro, ya tomarán las medidas impopulares. Se cebarán con los cresos funcionarios e igual con los pensionistas.

Me gustaría que lo dijeran ahora, a las claras, pero el secreto bien guardado es más bondadoso y la urna abre más y mejor la boca. Pensaréis queridos lectores que como yo soy funcionario respiro por donde me duele. Y sí, puede que tengáis razón. ¿Pero no haríais vosotros lo mismo? Yo no tengo conciencia de haber provocado la crisis ni la nacional ni la otra, que es aún peor. Pero debo de pagar el primero los platos rotos, al igual que los restantes compañeros. Claro que nuestros enormes sueldazos, tienen la culpa. Todo me atropella lastimosamente, sin miramientos, en mi alma y en mi palma.

Seré y seremos presos de deudas, y lo peor es que las deudas me tendrán preso de ellas. A vosotros también, que de este vericueto solo salen los mohatreros, los que han dejado la conciencia a la vez que tuvieron la primera experiencia onanista. Y desde aquella satisfacción llegaron más pronto que tarde, al galope y nos agasajaron con la polución. Nada impoluto, salvo el ojo del culo que diría nuestro imaginativo Quevedo, en las gracias y desgracias de aquél.

Seiscientos billones de dólares tienen más de media culpa y así acogotan y estrangulan la presión al resto de Países, sobre todo a los Europeos. Y ya no digo más, que debemos condenarnos y nos condenamos. Condenados estamos por tanto. ¿Quién sanará esta presoterapia y nos quitará el peso de las cadenas? ¿Cuánto tiempo más deberemos de arrastrarlas con sudor por las indecencias? Miedo me da pensar el final, o la solución. Sólo hay que echar una vista hacia atrás, a la Historia. Y esta suele repetirse, en este caso para mal. Y no me vale aquello de “no hay mal que por bien no venga, dicen adagios vulgares y, en mi se ve pues que vienen, por mis bienes vuestros males”.

La Humanidad está ya en la rampa de la lanzadera. Ha comenzado la cuenta atrás. Y mi mayor pena, dolor y tristeza es lo que les parará como venganza cruel a nuestros hijos y descendientes. A los venideros de mañana, que hoy aún están viniendo. ¡Pobres de ellos! 

José Cuevas,