LAS REGIONES DEL SER
La
Ontología, (del griego οντος, genitivo del participio del verbo ειμι, ser,
estar y λογος, ciencia, estudio, teoría) desde el punto de vista de la
Filosofía, ofrece en nuestro tiempo un contenido más rico y variado que el que
presentaba en épocas pasadas.
Podemos
distinguir diferentes clases de entes, o, si queremos decirlo de otro modo, se
pueden distinguir varias regiones del
ser. Además existen seres complejos, de los que forman parte, como
elementos integrantes, dos o más tipos de seres sencillos. En tales casos las
relaciones entre las partes del ser complejo son de naturaleza distinta, de
implicación, de condicionamiento, de subordinación, de coordinación, etc.
Aristóteles
inició la especulación sobre el que se puede denominar ente real, actual o
posible. La Escolástica medieval introdujo la consideración del ente de razón.
El neokantismo de Baden proyectó la reflexión sobre el ente cultural. La
fenomenología de Edmund Husserl, (papá de la “criatura”), elucidó con más amplitud
el campo del ente ideal, dentro del cual se puede incluir el ente moral, que en
su día ya había sido definido por Suárez, aquél llamado “Doctor Eximius et Pius”. Incluso puede discutirse sobre el ente de
ficción, así denominado por Unamuno.
Por
tanto vayan tan sólo unos apuntes elementales, algunas ideas, sin planteamiento
crítico previo y con todos los inconvenientes propios de cualquier
simplificación.
Entendemos
por ser real, aquel ente que
tiene existencia espacio temporal, como el caso de un monte, una herramienta,
un individuo humano, etc.
Por
ser ideal, entendemos aquél
que no tiene existencia espacio temporal, y en consecuencia no es captable por
los sentidos externos, pero posee objetividad en sí mismo e independencia
también. Es inteligible, el hombre puede captarlo por la razón o por otras
facultades espirituales, como la intuición, la percepción sentimental, etc. El
ser ideal es un ser irreal, en tanto lo real implica siempre una dimensión
material y la existencia de un marco espacio temporal.
Identificamos
ser moral a la entidad de los
actos fundados y derivados de una voluntad libre y racional. Un acto plenamente
humano es un ente moral. Sobre esto existe una distinción “suareciana” interesante.
Definimos
el ser de razón como aquél
que sólo tiene existencia en, o por, la razón, sin fundamento en otra entidad.
Gracias a la actividad de nuestra mente se puede concebir algo que ni es, ni
tiene fundamento en otro tipo de ser. Estas concepciones mentales pueden ser
positivas o negativas. Una quimera será algo posiblemente positivo, un ser
mitológico puede que también. La carencia de algo, será algo negativo. Así la
ceguera en el hombre, la privación de alguna facultad. Llegado a este punto, se
hace preciso aclarar que el ser ideal (dentro del que está comprendido el ser
moral ideal), se distingue fundamentalmente del ente de razón en que posee
objetividad extramental y, por tanto, independencia de la mente, lo que no
ocurre con el ser de razón, que depende totalmente de esta facultad, ya sea la
razón, la imaginación, la utopía, etc. La razón tiene una relación cognoscitiva
respecto del ente ideal y una función creadora respecto del ente de razón.
Por
ser de ficción entiende
Unamuno aquel que recibe su existencia de la imaginación creadora del hombre,
como por ejemplo los personajes de las novelas, (aún me trae de cabeza la “Grazziella”
de la cueva del número 16).
Entenderemos
por ser histórico el que se
va auto configurando dentro de unos límites potenciales, gracias a la
realización de posibilidades elegidas libre y sucesivamente en el transcurso
del tiempo. Por eso lo histórico se da propiamente en lo humano mismo, tanto
individual como colectivamente.
Y
para finalizar, por ser cultural,
entenderemos las obras que existen con objetividad propia en el mundo espacio
temporal y que son producto de la actividad humana. Por tanto existe una
relación inmediata entre los seres históricos y los culturales.
Claro
que la historia de los seres culturales e históricos nos llevaría a otro “planeta”
filosófico, el de Kant, Husserl, Dilthey, Windelband, Rickert, Cassirer, Wundt,
Litt, Mayer, Spranger, Freier, Scheler, Hartman, etc. y eso ya serían palabras
mayores.
José Cuevas,
Sin subir tanto de nivel, me gustaría hacer una observación:
ResponderEliminarCualquier hispano-parlante, por inculto o infantil que sea, maneja bien la diferencia entre la ESENCIA (reflejada en el verbo SER) y la CONTINGENCIA (ESTAR).
Ni francófonos ni anglófonos manejan esa diferencia. Los sectores más cultivados sí, por supuesto. Pero la persona normal, con un conocimiento básico del idioma, debe tener en su cabeza una nebulosa que englobe ambos conceptos, claramente diferenciados en el español.