MEMORIA EN SU MEMORIA (IX)
LA
CLARIDAD Y LA RAZA DE FELIX SCHLAYER. EL CUERPO DIPLOMATICO INTERNACIONAL
CONTRA EL GOBIERNO DE LA REPUBLICA.
Esto
ocurría los días 26 y 27, sábado y domingo respectivamente, de septiembre de
1.936. El 29 se celebraba la reunión diplomática en la Embajada de Méjico, por
ausencia del Decano, Embajador de Chile. Esta Embajada se halla en una de las
casas más bellas de Madrid, construida por un arquitecto alemán y de propiedad
alemana. Antes de la reunión se sirvió en el hermoso vestíbulo, una copa de
Jerez. Aprovechó Schlayer esta convivencia, libre de trabas, con los colegas
para poner en sus manos, a título preparatorio, copias de las observaciones por
él realizadas:
“Hago constar que hace tres o
cuatro días, las Milicias llevaron a distintos presos a los que el Gobierno
había comunicado la pena de muerte, entre ellos dos primos de José Antonio
Primo de Rivera (fundador de Falange Española) a quienes llevaron al Plantío
(población situada a unos 15 Km. de Madrid, camino de la Sierra), y allí los
habían matado. Tal hecho no es sino una repetición más de otras acciones
criminales precedentes.
Hago constar que cada mañana,
pueden verse en la calle Cea Bermúdez, muy cerca de varias representaciones
diplomáticas, numerosos cadáveres de hombres y mujeres, así también como en la
carretera que va de la Dehesa de la Villa a la Puerta de Hierro.
Pero estos no son los únicos
lugares frecuentados por los asesinos políticos o comunes, ya que el número
total de cadáveres hallados, sin salirse del casco urbano de Madrid, alcanza,
diariamente, la cifra de 60, lo cual nos permite suponer que el número de
cadáveres que pueden encontrarse en las carreteras conducentes a los pueblos
vecinos, exceda ampliamente de la misma. En estos últimos días las víctimas se
cuentan ya por centenares.
Hago constar que estas últimas
noches se sacaron presos de las cárceles de San Antón, a los que se asesinó en
diferentes lugares: en un solo caso, producido recientemente, fueron asesinadas
cincuenta personas en una sola noche.
Hago constar que en “Fomento 9”,
funciona un tribunal completamente ilegal que “pone en libertad” en las
primeras horas de la madrugada, a todos los que no han sido condenados, para
que el populacho que espera en las puertas los despedace sin piedad.
Hago constar que en muchos
ateneos y “asociaciones” de denominaciones diversas se arrogan el derecho de
apresar indiscriminadamente a personas, mantenerlas en cautividad y hacer con
ellas lo que les plazca. En las prisiones oficiales del Estado, se hallan en la
actualidad: 5.000 presos en la cárcel Modelo, 1.000 presos en la que fue cárcel
de mujeres (Ventas), 2.000 presos en San Antón y Porlier y más de 500 mujeres
presas en Conde de Toreno 9. Existen además, una serie de prisiones privadas,
de las que el Estado no se preocupa; por ejemplo un antiguo convento, en la
calle San Bernardo, frente a la Iglesia de Montserrat. El domingo, temprano por
la mañana, vi con mis propios ojos veinte cadáveres que yacían en las proximidades
de mi Embajada. Calculo que en este día la cifra total de los asesinados en
Madrid y en sus alrededores pasaría de los 300. Además, se había producido, un
número incontable de secuestros de muchachitas cuyo apresamiento negaban, pero
que retuvieron para fines inconfesables.
Hago constar que la noche del 5
al 6 se recogieron 110 asesinados, sólo en el término municipal de Madrid. Esta
estadística basada en datos obtenidos por mí mismo, no fracasó en su dolorosa
impresión. Diferentes colegas del Cuerpo Diplomático me aseguraron que la
transmitirían inmediatamente a sus respectivos gobiernos.”
Poco
después de abierta la sesión, el Embajador de México pidió a los presentes que
se expresaran acerca de la seguridad de los refugiados y de las
Representaciones Diplomáticas, tema acerca del cual, y precisamente en esos
días, se mantenían negociaciones con el Gobierno.
Al
final del informe de Félix Schlayer, siguió una ovación cerrada. Todos los
colegas le aplaudían. Caso singular en los anales del Cuerpo Diplomático y muy
satisfactorio para Félix, por lo que suponía de capacidad de protección para
los presos en peligro.
Se
acordó nombrar una comisión para la redacción de una nota con destino al
Gobierno, que fue leída y aprobada 8 días más tarde. En ella se encarecía que
no se atentara contra la vida de nadie sin previa sentencia judicial y que esa
situación de hegemonía del populacho no perdurara por más tiempo y, además que
era preciso se nombrase otra clase de personal de vigilancia y de custodia de
los presos, con más sentido de la responsabilidad que le incumbía, en cuanto a
la protección de los mismos.
Los
Embajadores de Chile y de México entregaron personalmente, esta nota al
Ministro de Estado (Asuntos Exteriores), el cual afirmó que precisamente se
estaban retirando del frente 4.000 ex policías y se les iba a destinar a la
protección de las prisiones. Naturalmente, tampoco esta promesa se cumplió, si
bien en ningún caso hubiera servido para nada ya que los asesinatos de presos
se ejecutaron en noviembre con la firma de Organismos del Gobierno: no había
guardias que pudieran oponerse a la criminalidad de Ministros y Directores
Generales. ¡Con esto no habían contado!
Como
réplica a la mencionada e incómoda nota que el Cuerpo Diplomático envió al
Ministerio de Estado, lo que molestó a Álvarez del Vayo, el cual a los 4 días
remitió otra nota, esta amenazadora contra los representantes diplomáticos. Tras
una odiosa polémica, contra el derecho de asilo, terminaba la nota con la
siguiente amenaza: “Habida cuenta de que
el ejercicio del derecho de asilo ha dado lugar a notorios abusos, es voluntad
del Gobierno hacer constar, ante los miembros del Cuerpo Diplomático acreditado
en Madrid, que se ve obligado a poner fin
la actitud de extraordinaria tolerancia, mantenida hasta la fecha, y a
reservarse, a su vez, la facultad de proceder contra los abusos ya cometidos,
en la forma que en cada caso requieran los supremos intereses de la República.”.
Lo
que el propio Álvarez del Vayo pretendía con esto, era concederse carta blanca
para valiéndose de abusos sin precisar más detalles, justificar por adelantado
violencias contra las representaciones diplomáticas, que él mismo maquinaba en
complicidad con el Ministro de la Gobernación (Interior), Galarza.
Contra
lo dicho había que actuar contundentemente, así acordaron que las tres
Embajadas presentes visitaran personalmente, con arreglo al derecho que les
asistía como tales diplomáticos, al propio Presidente de la República para
preguntarle si estaba enterado de ese documento diplomático tan importante y si
lo aprobaba. La visita se celebró el día 16 de octubre. El Presidente Azaña
nada sabía, ni del documento ni de la actitud hostil del Gobierno con respecto
al derecho de asilo. El mismo dijo, (según consta en Acta), que, con arreglo a
su opinión personal, el Cuerpo Diplomático estaba realizando una obra
extraordinariamente interesante y humanitaria y que, estimaba que esa obra
tendría que adquirir toda la amplitud y extensión que fuera posible. Estaba completamente
de acuerdo con ellos y, en ese terreno iría él aún más lejos de lo que aquéllos
habían ido. Pero el Presidente de la República y Jefe del Estado no tenía
posibilidad de influir directamente en el Gobierno.
Álvarez
del Vayo, hijo de un General de la Guardia Civil, se había dedicado al
periodismo después de terminar su carrera de Derecho y se fue haciendo cada vez
más rojo a medida que ello le reportaba ventajas personales. De todos los
Ministros que Schlayer conocía era el único que, no sólo no lamentaba los
crímenes de sus compinches, sino que en su interior, le complacían y hubiera
sido capaz de cometerlos él mismo. Con su cuñado Araquistain, que era Embajador
en París (ambos habían contraído matrimonio con dos hermanas, dos judías
rusas), debió embolsarse durante el tiempo que estuvo en ejercicio tales
cantidades de dinero que la envidia de sus compinches estalló en una crisis
ministerial en la que ambos quedaron eliminados.
Tras
la reunión de Álvarez del Vayo con Felix Schlayer, y exponerle este los
episodios de las matanzas en los bordillos de las aceras de Madrid, a partir
del día siguiente ya no se tropezaba uno con asesinados en los puntos entonces
habituales. ¡Ya no se encontraban cadáveres! Así de pronto había dado sus
órdenes Álvarez del Vayo y tan perfecta era la conexión entre el Gobierno y los
asesinos, que toda la organización existente se transformó en pocas horas:
ahora ejecutaban a las víctimas fuera de Madrid, en lugares apartados, hasta
donde no alcanzaban los ojos de los Diplomáticos. (Continuará).
José Cuevas,
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